DOÑA FELA:
Rafaela Aquino Pérez, una mujer amorosa, llena de fe y enérgica, falleció el 4 de septiembre de 2020 en el Hospital Menonita de Humacao, Puerto Rico, debido a Arresto Cardio Respiratorio. Nacida el 21 de noviembre de 1932 en Lares, Puerto Rico, tenía 87 años en el momento de su muerte.
Rafaela era hija del fallecido Donato Aquino y Doña Santos Pérez. Le sobreviven su devoto esposo, el señor José Luis Díaz Tirado, también conocido como Cuso, y sus hijos Carmen Iris, Daisy, José Luis y Daniel. A Fela le había prefallecido su hijo Adrian. A Rafaela también le sobreviven sus hermanos Rafael y Guillermina, así como numerosos nietos, bisnietos, tataranietos y chornos que apreciarán su memoria.
Al crecer en Lares, Rafaela completó su educación hasta el sexto grado. Cuando era joven, ingresó a la fuerza laboral, dedicando 25 años de servicio como operaria en la industria de la aguja. Su fuerte ética de trabajo y compromiso con su oficio fueron un testimonio de su carácter.
Los intereses de Rafaela estaban arraigados en su amor por su familia y su fe. Le gustaba orar, cuidar su jardín y cosechar frutos de sus árboles. Su amor por la tierra y su espíritu de crianza se extendían más allá de su hogar, ya que visitaba con frecuencia a los enfermos y brindaba asistencia a los necesitados. Su compasión y bondad eran un faro de luz para todos los que la conocían.
Como matriarca de su familia, la fe de Rafaela jugó un papel esencial en su vida. Su inquebrantable devoción a la oración y su conexión espiritual con un poder superior fueron una inspiración para sus seres queridos. En palabras de la Madre Teresa, "La oración no es pedir. Es un anhelo del alma. Es la admisión diaria de la propia debilidad. Es mejor en la oración tener un corazón sin palabras que palabras sin corazón". Rafaela encarnó este sentimiento, viviendo una vida de humildad, amor y servicio.
La naturaleza enérgica de Rafaela era evidente en su entusiasmo por la vida y su dedicación a su familia. Era una esposa, madre, hermana, abuela y amiga amorosa, siempre poniendo las necesidades de los demás antes que las suyas. Su cálido abrazo y su sonrisa contagiosa serán muy extrañados, pero su espíritu vivirá en los corazones de aquellos que la amaron.
Al recordar a Rafaela Aquino Pérez, celebramos su vida, su amor y su fe inquebrantable. Aunque ya no está con nosotros físicamente, su memoria continuará inspirándonos y guiándonos. Ella fue un verdadero testimonio del poder del amor, la fe y el espíritu humano.
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